En este artículo me quiero centrar en un tema social de gran
relevancia hoy día y en el que más de uno se sentirá identificado con ello. Es
la sociedad de consumo que hemos creado y su lucha continua contra el medioambiente.
Todo lo que consumimos, pasa factura |
Todo lo que hoy día se consume, se construye, se utiliza
etc. Proviene de la naturaleza, los recursos naturales. Un ecosistema tiene
unos determinados recursos para poder explotar y utilizar para nuestras
actividades. Pero en la actualidad se explotan los recursos en tanta cantidad y
con tanta frecuencia que conduce a su agotamiento y deterioro.
Las grandes empresas y en general la economía se basa en un
crecimiento económico basado en la producción y el consumo. Para ganar más
dinero, hay que producir más y para poder producir más, lo que se produce se ha
de consumir. En el siglo pasado, un ciudadano medio tenía un par de zapatos,
uno para diario y otro para ocasiones más especiales. Hoy, no hay persona del
primer mundo que sólo tenga dos pares de zapatos.
Esto es un pequeño ejemplo para introducir el consumo
irracional en el que estamos sumergidos. Los anuncios, las promociones,
ofertas, slogans son estrategias comerciales para hacerte llegar a consumir
algo que realmente no necesitas. Por ejemplo, una oferta en un abrigo te hace
creer que vas a ahorrarte dinero al comprarlo, pero si ya tienes un abrigo, te
ahorrarías más si no lo compraras, porque realmente, no te hace falta.
Actualmente, producir en masa es barato, y los beneficios son altos, si hacen
una oferta es para crearte la necesidad de tenerlo, porque igualmente el
beneficio lo van a tener.
Y os preguntaréis, ¿Qué tiene que ver todo esto con el
medioambiente? Como he dicho anteriormente, todo proviene de los recursos
naturales, y una sociedad de consumo hace explotar más dichos recursos hasta
llevarlos a su deterioro y agotamiento. Si se consume menos, las grandes
empresas se ven obligadas a producir menos porque el beneficio tiende a
descender, y, por lo tanto, la capacidad del ecosistema de regenerar sus
recursos (si es que son renovables) cumpliría mejor su función.
Otra cuestión a tener en cuenta son los estereotipos
sociales que actúan en detrimento a los sistemas naturales. Me refiero a
aquellas “apariencias” que hacen que consumir sea admitido y esté bien visto.
Hoy día parece que si uno no tiene un móvil de última generación, utiliza una
ropa distinta cada día, estrena tenis cada mes y sale a comer fuera, es un
tacaño, o un “rata” o es “pobretón”. Gastar agua a la hora de bañarse, preparar
más comida de la que luego se come, dejarse las luces encendidas y no
preocuparse por separar la basura en sus respectivos contenedores, son hábitos
que hacen a uno por así decirlo como “mal visto socialmente”.
Ahorrar se ve más como fruto de tacañería o pobreza que como
una preocupación y responsabilidad con el medio en el que vivimos.
A más de uno le habrá ocurrido que cuando va a un
supermercado a comprar uno o dos artículos, acaba comprando cosas que no tenía
en mente, causa de la publicidad llamativa y nuestro apetito goloso consumista.
En conclusión, tenemos que aprender a vivir con menos lujos
y utilizar menos recursos, sólo lo que nos hace falta, porque llegará un
momento en el que si o si tendremos que amoldarnos a los recursos que nos
queden. A este ritmo de explotación de recursos (y no lo digo yo) faltarán unos
30 años o menos para que lleguemos al límite.
Consejo: No consumas si no es necesario, aprovecha todo lo
que tienes, dale usos e investiga sobre ello, reutiliza las cosas y si no puedes,
recíclalas, no por consumir más eres mejor, no te hace falta consumir, olvida
los estereotipos de la sociedad, si eres algo en esta vida, que seas especial.
Muy buen articulo, tienes toda la razón y espero que consigas concienciar a muchas personas con tu sentido de la responsabilidad :)
ResponderEliminarMuy buenas reflexiones, buen trabajo
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